En festivales, conciertos, carnavales, fiestas y hasta en protestas sociales, el glitter es ese accesorio que nos hace brillar. La moda glitter comenzó hace ya más de dos décadas, pero recientemente empieza a estudiarse el impacto de su uso en el medioambiente. Específicamente afectando a los océanos y su fauna.
En nuestra provincia es tradicional su uso en especial en tiempos de carnaval. No es raro ver cuerpos completamente cubiertos de este brilloso material.
El investigador del CONICET Ignacio Chiesa informa que “el plástico es un material muy usado, ya que es barato, liviano y fácil de producir. Pero, por otro lado, es muy resistente: una bolsa puede demorar hasta 600 años y una botella 1000 en degradarse”.
Ocurre que el glitter está hecho de micropartículas de plástico de menos de 5mm que además de demorar años en degradarse, al ducharte para sacarlo de tu cuerpo pasan fácilmente los sistemas de filtración; llegando a ríos y mares y terminan siendo consumidas por los peces. Y el ciclo no concluye ahí, ya que esos peces luego son consumidos por los seres humanos.
“La presencia de pequeños fragmentos plásticos en los océanos se señaló por primera vez en los años setenta. Estos pueden formarse a partir de la descomposición de macroplásticos debido al efecto de la radiación solar, la oxidación –esto es, la interacción con el oxígeno- y las fuerzas mecánicas –como olas, viento y otras-. También pueden ser incorporados directamente en el agua, como es el caso de las fibras sintéticas textiles, productos cosméticos, y el degaste de neumáticos, entre otros”, explica Chiesa.
La periodista e instagramer argentina Mai Pisteiner realizó recientemente una publicación alertando sobre la cuestión, donde afirmó que el glitter es una mezcla de plástico PET con aluminio. Al plástico le toma mínimo 100 años degradarse de forma natural y aunque se vean minúsculos e inofensivos, estos microplásticos no son reciclables. Debido a que no se biodegrada y solo se desintegra en partes más pequeñas, terminan siendo absorbidos o ingeridos por muchos animales, alojándose en sus cuerpos, tejidos y muchas culmina su muerte por intoxicación.
Pero las consecuencias del uso de glitter no terminan ahí, porque ese pescado que ingirió microplasticos puede llegar al plato de tu cocina. Un estudio de la Universidad de Ghent descubrió que los amantes de los mariscos comen en promedio 11 mil microplásticos al año.
¿Vas a seguir usando glitter?