Con 23 años y 10 de experiencia en la música, Julián Hernández es un artista en tiempos de redes sociales. Tocó en subtes, colectivos, plazas, bares y grandes escenarios. Antes de que la definición de influencer existiera, anunciaba cada uno de sus movimientos artísticos en sus redes. A diferencia de otros mostrar su ” lado B” es lo que le dio una proximidad con sus seguidores.
Sus redes documentan los procesos de composición y grabación de discos y temas y sus presentaciones en esquinas, calles, colectivos, parques, subtes y playas. Sin una disquera de por medio, y con recursos autogestionados, llegó a grandes escenarios y medios del país, pero asegura que su mayor logro fue cuando un primer fan se tatuó una de sus letras. Cuando su música puso un pie en los medios más importantes de la industria musical de nuestro país, decidió dejar todo y empezar de cero en Estados Unidos. Sin embargo la distancia física no cortó esa proximidad que lo caracteriza y hoy regresó por un breve periodo a Corrientes. En Enero, después de mucho tiempo, realizará un show en la provincia. En Crónicas de Agua entrevistamos a Julián Hernández, músico y profeta en tierra de redes sociales.
¿Cómo te definís?
“Mucho tiempo me definí como músico, y ahora estoy intentando no definirme por mi carrera. Soy un creador, aunque sea engreído, es la palabra que mejor se siente para definirme”.
¿Desde cuándo sabés que te vas a dedicar a la música?
“Tengo 23 años. Arranqué a tocar la guitarra a los 13. Piano y otros instrumentos a los 15, también empecé a cantar a los 15. Y a la semana dí mi primer show. Fue una cosa que no puedo creer que la gente me quería tanto y dijo que salió bien, porque no. Después pasé los últimos siete años dando shows. En 2014 me fui a Buenos Aires a tocar un montón en bares, clubes, subtes, calles. Hace un año y medio me fui a EEUU. Por el momento quiero hacer lo que estoy haciendo y llegar a la gente que estoy llegando. Me parece más que impresionante cuando vuelvo a Corrientes y veo la cantidad de gente que me recibe, como lloran con mis canciones. Si ese es mi camino, estoy bien”.
¿Qué es Corrientes para vos?
“Mi primer disco se llama “Escapar”. Por eso Corrientes al principio era un obstáculo que quería superar. Hoy en día es un hermanito al que me encanta volver a ver e impulsar. Me gusta mucho llegar y contratar músicos de acá, fotógrafos de acá. Me gusta venir a invertir en la ciudad y sus artistas y ver todo lo que está surgiendo. Pero a la distancia, Corrientes no se ve tan distante. Me sigo informando y permaneciendo cercano mediante las redes. Trato por ello de estar conectado, apoyar causas. Siento que Corrientes está a un escalón de romperla. De niño era insoportable.Mi infancia fue muy aislada, porque iba a un colegio muy lejos de casa y doble turno, entonces prácticamente no tenía contacto con los pibes de mi barrio, entonces fui muy solitario. Y hoy por hoy, me siento de una forma muy compleja con respecto a Corrientes. Hay cosas que me gustan muchísimo y hay cosas que me acomplejan. No puedo, como algunos amigos, amar u odiar a Corrientes. Trato de no idealizar y mucho menos de demonizarla. Pero diría que lo peor de haberme ido es la cuestión de extrañar el guaraní. Ya estando en buenos aires, no me entendían con nuestras palabras o modismos y a mi me identifican un montón que tal vez no son guaraní, pero son muy nuestros como naé, nió, we, angá, angaú, chaque. Hace poco fui a un show de un músico rosarino, que después de grabar con músicos correntinos, le puso de nombre a su álbum WE. Y ahí está nuestra marca”.
¿Llegaste a un techo y por eso te fuiste?
“Sucede que, cuando me fui en 2013 no había mucha movida. Ahora se está abriendo. Veo mucho mejor a corrientes en lo cultural y está muy cerca, a una vuelta de ponerse muy interesante todo. Vi muchos músicos muy buenos ultimamente. Pero a decir verdad, me fui de corrientes porque nadie me daba bola. A mis compañeros de curso los cansé de ir a mi show. A los amigos de mi edad los cansé, a los chicos más grandes no les gustaba mi música. Entonces dije, nadie escucha mi música. Pero no pensé que había gente más joven que yo. Yo tenía 18, pero había chicos de 17, 16, 15, 14, 13, 12 11 que podían interesarse. Y es lo que ocurrió con la distancia. Eran ellos los que empezaron a escuchar mi música. Hoy hay más gente de otras edades, pero en ese momento ellos me escuchaban, y yo no sabía, por no interactuar con ellos. Y con la distancia, empezaron a publicar mis letras en las redes, a compartir mis canciones, a tatuarselas. Pero me pasó de decidir irme por ver a muy buenos músicos de acá que pasaban desapercibidos y pensar, si todos no estamos besándole los pies a ese tipo, por qué alguien me daría bola a mi. Hoy en día vuelvo, ya en otra posición, con mucha más gente que me escucha y me sigue y con la posibilidad de invitar a músicos correntinos a mis shows y pedir que les den atención que merecen. Para mi hoy un músico acá, con las herramientas que hay, puede conseguir la difusión que en su momento no tuve”.
¿Podrías definir o encasillarte dentro de un estilo?
“Me gusta decir que hago folk de todos lados. Uso mucho folk americano, combinado con el argentino. El folk es la música el pueblo, encierra leyendas, mitos, nuestra historia. Actualmente vivo en New Orleans, que es la cuna del jazz y de uno de los tipos de blues, entonces el folk de allá es el jazz, el de texas es el country, el de Corrientes es el chamamé, el de Jujuy es la vidala. Me gusta contar la historia de los lugares, por eso lo tomo para hacer mi música”.
¿Y qué opinas del TRAP y su actual notoriedad?
“Hice un tema de trap con un amigo y me interesa. Mi plan es hacer más. Es muy el idioma actual. Y me gustaría escribir específicamente sobre mi posición frente al trap. Y como tanta gente bardea al trap, el reggaeton y la cumbia por críticas como ser misógino o básico, cuando en verdad la mayoría de la música es así, empezando por el rock. Criticamos todo lo que nos hace bailar, lo que sea de los barrios. Si tu idea es cambiar valores, si te molesta esto, te debería molestar lo otro. Subestimamos todo lo que nos hace bailar, si ninguna razón, cuando es un desafío enorme hacer bailar a alguien, causar algo a alguien que lo haga mover el cuerpo me parece alucinante, entonces no puedo denigrar eso en lo más mínimo”.
Sabemos que sos un artista al que le gusta experimentar, en ese sentido ¿Qué podes decirnos de la formación más tradicional?
“Nunca escuché a un músico quejarse de haber aprendido algo. Todo saber suma. Yo leo música bastante lento, como un nene de ocho años, tardo bastante en poder procesar una partitura, pero sigo aprendiendo, sigo viendo a mucha gente formada, porque cambia mucho la manera de componer. Estudié varios años guitarra, canto, piano, hice el primer año de ingeniería en sonido, solamente las clases de audioperceptiva, que tiene que ver con entrenar el oído. De igual manera, no hay que quedarse con solamente leer, hay que encontrar un punto medio. Ese es mi desafío constante, el equilibrio entre la técnica y el alma”.
Hablemos de redes sociales… ¿Qué lugar ocupan en tu vida y en tu desarollo?
“Mucho tiempo me jactaba de ser un gran entendedor de redes sociales. De mi grupo de músicos era el más joven, todos tenían más de 30, 40 o cerca, entonces para mi con 18,19 años era todo más natural. Y para empezar mi carrera el uso de las plataformas fue fundamental. Son muy importantes para contar nuestro trabajo. Pero después de mi última gira la verdad es que decidí desaparecer. No digo que me saturé, porque siempre traté de controlarlo, pero no sentía que tuviera algo para contar, y eso es lo fundamental en las redes, tener contenido. Pero poder controlar el uso, saber diferenciar es muy importante. Cuando salió mi disco Fuera de Casa y la gente empezó a prestar atención a mi música, aprendí a silenciar apps, y poder usarlo cuando yo abro la puerta. En cuanto a la difusión de la música, las redes son muy importantes. En mi canción 2017 (que tiene un video realizado de manera colaborativa, con imágenes de fans que muestran partes de la letra escritas en su cuerpo) cuando digo <Sí llegué a mi 6to disco sin ninguna compañía> me refiero a eso. Al apoyo, al contacto y a la proximidad que dan las redes sociales. Personas de disqueras se contactaron conmigo al ver que miles de personas tuitearon fragmentos de mis letras, sin que por supuesto yo se lo pida, les surgió. Pero finalmente no se concretó nada. Es decir que si fuera por las disqueras yo no existiría, y así como yo muchos otros artistas buenísimos no existirían. Las disqueras tienen un lugar, y los estudios grandes tienen un lugar, pero el futuro, y el presente en realidad; está en los home studios. Y la realidad es que los artistas y temas más reproducidos en spotify no suenan en las radios”.
“Si fuera por las disqueras yo no existiría”.
¿Te interesa pertenecer al mainstream? ¿Que te contrate una disquera?
“Estaría buenísimo. No estoy haciendo esfuerzos en torno a esto, entonces hoy no me lo planteo. Pero no lo descarto por supuesto. Mientras tanto sigo creando, existiendo y mostrando lo que hago. Algunas veces me planteo un desafío, por ejemplo escuchar el top 100 de spotify y darle una vuelta de tuerca a esas canciones. Es decir, pensar como las hubiese escrito yo. Es un ejercicio que si bien puede sonar engreído, te da mucha humildad analizar a grandes artistas. Estaría muy bueno intentarlo”.
¿Planificas el futuro?
“No tengo ningún tipo de vida pensada. Ni en EEUU ni acá. Solía tener todo pensado, planes para todo, pero estos últimos seis meses se me movieron los engranajes. No tengo idea a donde va todo. Solo puedo decir que estoy grabando mucho, preparando muchas cosas, pero no se a donde voy. Tengo esa tendencia a pensar todo el tiempo que en mi próximo disco me voy a poner las pilas, pero me termina saliendo una cosa más depresiva, y lo acepto. A veces me pongo en ese plan, pero elijo ser lo que me sale. Y hoy por hoy el público está más segmentado, entonces te elige a quien le gustas, y no por masividad. Me pasa mucho que me reconocen por las calles adolescentes cuando están con sus padres, y ellos no tienen idea de quién soy. Hace poco acá en Corrientes estuve en una cafetería y algunas chicas se me acercaron y me pedían fotos, y la mayoría de la gente grande que estaba no me conocía y murmuraba, ¿quién es? ¿vos sabés quién es? y la verdad es que está claro que no me van a conocer ellos, y está todo bien”.
Volver a casa
¿Cómo fue este regreso a Corrientes?
“Al regresar, mi familia me pregunta por la música, porque no saben muy bien en qué estoy. Mi respuesta para ellos es “todo bien”. Antes, cuando recién iniciaba mi camino, cualquier logro pequeño, quedar decimoquinto en un concurso, se lo re vendía, para que me sigan apoyando. Hoy soy mucho más discreto, pero les llevo tranquilidad, ya no necesito probar nada, no requiero más validación de ese tipo,y es lindo. Ahora después de decirles que con mi música está todo bien, les pregunto cómo están ellos, y tenemos una charla verdadera, sobre cosas más cotidianas. Mis amigos en cambio, no dimensionan la distancia, siempre me dicen que desaparezco y tienen razón, a algunos no los veía desde hace dos, cinco y hasta ocho años. Y la gente que me escucha es un amor, solo pide que toque”.
Y con diez años de carrera al hombro ¿Cuál es tu mayor orgullo artístico?
“Mi meta inicial era afectar a la gente en profundidad. Un pibe de Salta se hizo un tatuaje de mi disco fuera de casa, eso fue muy arriba. Mucha gente me escribió para decirme que está viva gracias a mis temas. Personas que se unieron o arreglaron con una pareja. Entonces es eso. Es como cuando pequeñas cosas te alegran el día o cosas así, que son enormes y me hacen sentir muy feliz. Son mi ideal de felicidad”.
¿Sentís una responsabilidad como artista? En especial al ser observado por gente joven
“Mi mayor responsabilidad es ser honesto conmigo mismo. No se exactamente en que recae eso, la trascendencia real y consecuencias; pero creo que es trabajar y seguir hasta que lo que escribo me haga llorar, o reír, o lo que sea que me cause algo. Escribí cosas que no me llegaron a mi y me dí cuenta que no pasa nada. En cambio las cosas verdaderas son las que la gente se las termina tatuando. En cuanto al mensaje, hace un par de años estaba muy en contra de mencionar cosas sobre política, pero ahora entiendo que tocar la guitarra, cantar mis letras, ya tiene una postura y es político. Por ello tengo que manifestar eso de no poder creer muchas cosas que están pasando en mi país, y más desde la distancia”.
¿Qué te gusta que quede de tu arte en el otro?
“En canciones que saqué hace poco, como quedate un rato, me pasó mucho que la gente se ató a lo que dice; porque tiene que ver con la deconstrucción del amor, de las relaciones, de todo lo que estamos viviendo en mi generación y repensando el significado también de la confianza, la amistad. Así que no se que es esto pero empecemos con la empatía, y después veamos que onda un título. Es corrernos de ese punto de vista más conservador para decir, mirá, esto existe y hace lo que quieras en cuanto a esto. La respuesta es la empatía. Y el concepto de reinventarnos. Observar que hizo a nuestros viejos ser así y ver que tomamos y que dejamos, porque todas las generaciones se proponen eso; pero es necesario recalcular muchas cosas. Refinar nuestro índice de empatía y ver la humanidad en lugares que no la estamos viendo”.