Robo misterioso, disputas de poder y la doble coronación de la Virgen

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Según censos históricos del país, hacia el 1900 en toda la provincia de Corrientes no vivían más de 300 mil personas. Y el antiguo reducto de asentamiento guaranítico en Itatí, era apenas un villorio.

Sin embargo desde 1880, cuando se celebró el tercer aniversario de la fundación de Corrientes, el acto de la Coronación Pontificia de la Virgen de Itatí fue – según las crónicas sobre la cual se documentan los historiadores –“el suceso más notable y apoteótico que no tendría continuidad con otro suceso de su jerarquía hasta la Consagración de Monseñor Luís María Niella como Primer Obispo de Corrientes en 1911”. El acto no fue en Itatí, donde “no había suficiente espacio para contener a la multitud”. Y según narran los historiadores, eso fue un golpe para la comunidad itateña de la época, que – cuando trasladaban a la imagen para su coronación en la capital – pensaban que la Virgen sería llevada y nunca sería devuelta.

Pero esas desconfianzas no opacaron la alegría que supuso el evento. Que se celebró por todo lo alto.

El 16 de julio de 1900, en las puertas del Santuario de la Santísima Cruz de los Milagros de Corrientes, la Imagen de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí, traída en barco desde su trono en una marcha cargada de hondo sentimiento, fue solemnemente coronada por el Obispo de Paraná Monseñor Rosendo de la Lastra y Gorillo, ante los Obispos del país, de Paraguay y Uruguay.

El Presidente de la República, General Julio Argentino Roca, de puño y letra, envió una misiva; asistieron o enviaron representaciones mandatarios provinciales. Apadrinó el acto el Gobernador de Corrientes y fue madrina doña Josefina Hardoy de Gallino, Presidenta de la Comisión Central de Damas.

Robo misterioso, disputas de poder y la doble coronación de la Virgen

La corona impuesta sobre las sienes de la Imagen de la Virgen, había sido concebida por Forment Maurice como una exquisita joya al estilo de las coronas imperiales del Renacimiento: en oro, con incrustaciones, en sus engarces, de amatistas y topacios de gran tamaño, y dibujos afiligranados de artística expresión.

“Al momento solemne de la Coronación, ante una multitud que llenaba el atrio del Santuario, la plaza adyacente y la manzana siguiente, sonaron cañonazos en el puerto de la ciudad, bombas de estruendo, se soltaron palomas y repicaron jubilosamente todas las campanas de las Iglesias de la ciudad de Corrientes, en el preciso momento en que el Obispo de la Lastra y Gordillo, a nombre del Papa León XIII, colocaba sobre las sientes de la Virgen, la corona ante el llanto incontenible de la muchedumbre emocionada asistente al acto”, mencionan los relatos del momento.

LA CITA

  • Lo más granado de la sociedad argentina de la época estuvo también presente en el acto. Y publicaciones como la revista Caras y Caretas, enviaron para el suceso a periodistas y fotógrafos, que hicieron una detallada cobertura de los momentos previos y posteriores. Cuentan que después sobrevinieron los festejos, que siguieron por varios días y no concluyeron sino hasta el retorno final de la Imagen de la Virgen a su trono del Santuario de Itatí, “terminando así el suceso más notable y conmovedor de una época”.

Pero mucho se tejió antes, para conseguir el mandato del Vaticano que terminara con la coronación de la Virgen ese 16 de julio de hace 119 años.  Y mucho más aún sucedió después, con una seguidilla de de tensiones y disputas en la cúpula eclesiástica de aquellos tiempos con el gobierno provincial, un robo misterioso a la joya de la Corona y una segunda coronación.

“Durante mucho tiempo, la corona original se reservó solo para las grandes ocasiones, en especial para los festejos del mes de julio. Así, cuando las damas llamadas camareras de la Virgen renovaban los atuendos antes de las celebraciones, le volvían a colocar la Corona original. Y reemplazaban la que llamaban de “uso ordinario”, que volvían a colocar una vez pasados los festejos”, relató el historiador itateño Miguel Fernando González Ascoaga, al ser consultado sobre la joya por Crónicas de Agua.

Quizás, esas medidas de seguridad se tomaran después de aquellos sucesos que desvelaron a los correntinos, y en especial a los itateños, durante varios años luego de la primera coronación.

En la actualidad la imagen luce siempre su corona original. Desde hace algunos años, se resolvió presentarla con su joya de manera permanente. Es posible que, luego de más de cien años, los viejos rencores y sospechas se hayan por fin diluido en el pasado.

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La Coronación de la Virgen

Cuando el Obispo de Paraná, Rosendo de la Lastra y Gordillo –  con jurisdicción en toda la Mesopotamia – debe concurrir al Concilio que se celebraría en Roma en 1899, consiguió el respaldo del entonces gobernador Juan Esteban Martínez para gestionar la Coronación Pontificia de la Virgen de Itatí.

Estos dos personajes, emblemáticos de la época y trascendentales para la historia itateña, estarían luego en un enfrentamiento que signaría sus vidas públicas de allí en adelante.

El punto es que para la empresa de gestionar la Coronación de la Virgen, se conformó en Corrientes una Comisión de Damas Correntinas – integrada por damas ilustres – y una Comisión de Caballeros, que se replicó en todo el interior y que, además de las cuestiones organizativas del evento, se dedicó principalmente a fomentar la colecta de piedras y reliquias que sirvieran para la fabricación de la corona.

“En Corrientes se juntó todo el material precioso para la confección de la corona, que luego se llevó a París, a un orfebre llamado Froment Meurice. Este mismo orfebre fue quién hizo parte de la vajilla del rey Alfonso XIII de España.  Luego, el mismo Obispo De la Lastra llevó la corona a Roma, donde la bendijo el Papa León XIII”, narró Ascoaga.

“A su regreso, la gran ceremonia se realizó el 16 de julio, en las puertas de la Iglesia de la Cruz de los Milagros, ya que – pese al fervoroso pedido de los itateños – en el pueblo no habría suficiente espacio para albergar a tanta gente”, comentó el historiador.

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“Ante la notoria carencia de alojamientos para recibir cantidad tan grande de viajeros en el villorio itatiano, la Comisión estimó muy cuerdamente que era imposible llevar a cabo allí la ceremonia de tal jerarquía y solicito que la Coronación se verifique en Corrientes, a lo que el Obispo accedió inmediatamente (…) El pueblo itatiano, atropellando toda razón, afirmaba que se podía hacer allí. Se movilizaron y consiguieron reunir 900 firmas. La pasión llegó a tanto, que tuvo que intervenir directamente el gobernador Martínez, llamándolos a la reflexión (…).

Y así llego el 7 de julio, en el que el vapor “Tridente” partió para Itatí en busca de la imagen. El pueblo entero llego al puerto a despedir la sacra imagen; muchos lloraban, porque creían que eso era solo una coartada para no devolverla más e hicieron una muda protesta de silencio.

Del puerto de Corrientes fue en procesión a la Catedral. (…) Minutos después de las 8 del día 16, una procesión hasta entonces sin vista en Corrientes partió desde la Iglesia Matriz (así llamaban a la Catedral) hacia el templo de la Cruz, acompañado por diversas fuerzas de seguridad (..). la imagen de la virgen partió precedida por numerosas imágenes e infinidad de estandartes de congregaciones, bajo arcos triunfales que se instalaron en casi todas las manzanas. En el atrio del templo, fue colocada la Virgen en un altar especial y bajo dicha cúpula se instalaron las autoridades y miembros de las comisiones. Asistieron todos los Obispos de distintas jurisdicciones del país, se colocó la Corona en las sienes de la augusta imagen, mientras una multitud demostraba un entusiasmo sin fronteras, las campanas de todos los templos eran echadas a vuelo y “El Espora” disparaba la clásica salva de 21 cañonazos.

El 20 de julio, en el mismo Tridente, la Virgen volvió a su pueblo. Al partir desde Corrientes, el “Espora” hizo una salva en su homenaje. Los peregrinos llegaron a Itatí muy caída la tarde y la procesión fue de noche, donde se dio la simpática nota, de infinidad de faroles chinescos en manos de la gente del pueblo, que estaba delirante de felicidad. Ininterrumpido fue el desfile de la multitud durante la noche y los mismos obispos colaboraron con los fieles recibiendo confesión”.

Extracto del libro del Dr. Gaspar R. Bonastre “Viejo Itatí, Historia y Nostalgia”.



 

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El misterioso robo de la Corona

A los dos años de la Coronación, la madrugada del 20 de noviembre de 1902, la corona de la Virgen de Itatí despareció misteriosamente.

Aunque, según diarios de la época, las autoridades eclesiásticas estaban al tanto de los hechos, y a pesar de las investigaciones que involucraron incluso a la Policía de Buenos Aires, el hecho nunca fue resuelto con un culpable.

El episodio, que tomó pronto trascendencia de escándalo a nivel nacional, tuvo sin embargo connotaciones políticas de enfrentamiento entre las autoridades eclesiásticas y el gobierno de Corrientes, representados por el Obispo de la Lastra y el Dr. Esteban Martínez.



Al respecto, Gaspar Bonastre relata en su libro: “El mismo día el Juez del Crimen doctor Elíseo Castellanos arribó a Itatí, donde estuvo 3 días para investigar el hecho, aunque sólo logro algunas detenciones. Por su gerencia del cura de Itatí, Ludovicó Bertacagni, el Obispo de Paraná De la Lastra y Gordillo solicita a la policía de Buenos Aires que envíen un investigador. La tarea se encomendó a Francisco Laguarda. Un diario de la época señalaba que el autor debía conocer muy bien el campo en que operaba ya que había dejado una cadena, que parecía de oro pero no lo era”.



Con ese panorama, el Juez a cargo resuelve incluso las detenciones de Bertacagni (cura de Itatí), pero no puede – por su investidura – detener al gobernador ni al Obispo. “El cura fue llevado a una comisaría en Corrientes, que funcionaba al lado de la Iglesia Catedral, en el mismo edificio en que hoy funciona Cáritas”, cuenta Fernando González Ascoaga.

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En ese mismo aspecto, los historiadores coinciden en remarcar que un personaje, de apellido Renart, fue sindicado como el principal sospechoso, por haber sido un forastero que se instaló en Itatí – en el hotel Ricci de la época – por varios meses, sin que se le conociera ocupación alguna, para luego desaparecer después del robo.

LA CITA

  • Aunque fue detenido Renart, y se habrían hallado algunas pruebas en su contra que lo vinculaban a una supuesta “misión” del gobierno de la provincia, las pruebas desaparecieron y él fue liberado por falta de mérito. Lo cierto es que ambas partes – con sumo poder por cierto – se acusaban mutuamente. Los trámite judiciales llevaron a allanar el Obispado de Paraná y hasta secuestrar la corona.

El 9 de enero se hizo público el regreso de Laguarda a Buenos Aires, el sumario ya estaba en manos del juez y se comentaba que había expresado que se llevaba en sentimiento de no haber podido dejar esclarecido el hecho.

Los primeros días de marzo de 1905, dos años después del delito fue hallada la joya a orillas del río, abollada y desarmada, contribuyendo al misterio y a la sospecha que aun pesan sobre el hecho no esclarecido: ¿Quién querría robar una joya de orfebrería de oro macizo y piedras preciosas, para luego devolverla, y desarmada en partes?

Robo misterioso, disputas de poder y la doble coronación de la Virgen

La Recoronación

Desde el relato de la curia, “la tirantez (entre la Iglesia y el gobierno) era notoria ya en los días de la coronación en 1900. ¿Saben por qué el obispo mandó robar la corona de la Virgen?, era la pregunta. Y la respuesta: “Porque en realidad la corona no es de oro ni de piedras preciosas sino de bronce dorado y piedras falsas”. Algunos diarios de la época afirmaron “de manera malintencionada” que el robo de la corona en realidad habría sido un auto robo, para que nadie pudiera comprobar los materiales de los que estaba confeccionada.

Robo misterioso, disputas de poder y la doble coronación de la Virgen

En medio de las acusaciones cruzadas, tras ser encontrada en el rio, la joya fue trasladada al obispado de Paraná para su refacción, pero por pedido de la justicia correntina se la incautan en un allanamiento al  lugar.  Recién el 28 de julio de 1907 la justicia correntina devuelve la corona al obispado de Paraná. En esa ciudad la joya, creación de Froment Meurice, fue completamente reparada.

LA CITA

  • Desde el 20de marzo de 1908, el obispo Rosendo, que había llevado personalmente la corona a Itatí, misiona, confiesa, predica en el viejo Santuario; para finalmente presidir, como en 1900, las ceremonias de la coronación.

El 25 de Marzo  de 1908 el mismo Obispo de la Lastra fue quien tuvo que coronar nuevamente a la Virgen, esta vez en Itatí, luego de casi seis años del robo y de una década de conflicto con el gobierno. Para la Iglesia, fue el gobierno de Martínez quien podría haber ordenado del robo, ya que – dicen –  “no soportaba la valentía del Obispo Rosendo al defender los derechos de la Iglesia sobre la administración de los bienes”.

Finalmente De la Lastra fallece en 1909, el mismo año que el ex gobernador – separado del cargo por un juicio político – Juan Esteban Martínez.

El Sacristán de la Iglesia, que había descubierto que faltaba la Corona, solamente se limitó a decir, siempre que fue consultado, que él solamente había entrado a la Iglesia y encontró a la Virgen sin su Corona.